Cualquiera diría que el botón de Me gusta apenas ha evolucionado desde su creación… y el artículo viene a confirmarlo: corazón, estrella o pulgar, al final siempre es lo mismo. Al fin y al cabo, su mayor revolución ha sido convertirse en reacción para abarcar más sentimientos.
En este sentido, el acercamiento que hace Mastodon me parece el más correcto: los Me gusta son públicos, todo el mundo puede saber a quién le ha gustado algo… pero no existe (oficialmente) un índice con los likes de cada usuario. De esta forma, mantiene cierto equilibrio entre el voyeurismo que promueven redes como Facebook o Twitter y el ocultismo de YouTube.