
Siempre me ha fascinado el choque entre la industria, promoviendo teléfonos móviles cada vez más delgados y con mejor pantalla; y los usuarios, obsesionados con proteger su dispositivo con fundas y protectores de pantalla que muchas veces son ineficientes.
Mi punto de vista en este aspecto es muy radical, el de una persona que lleva más de una década sin usar funda ni cristal templado, pero también jubilando sus teléfonos sin un solo rasguño. Cada vez que tengo que manejar un teléfono con uno de esos cristales (o plásticos!) me entran escalofríos por su tacto tan desagradable. No hablemos ya de fundas desgastadas, amarillentas, súper abultadas o medio rotas.
Sería diferente si realmente cumpliesen su función, pero he visto tantas pantallas rotas a pesar de la protección que no me creo ya nada.