
Un formato de archivo abierto y transparente nos permite lidiar con la obsolescencia de los programas privativos y darnos la libertad de elegir en cada momento el software que queremos emplear. ODF es el estándar que utiliza, por ejemplo, LibreOffice para guardar sus documentos de texto, hojas de cálculo o presentaciones.
Es en este tipo de formatos en los que debemos confiar la preservación de la cultura digital y la difusión desde el sector público, pero todos y cada uno de nosotros deberíamos acostumbrarnos a usarlo como un estándar para defender esa independencia del software privativo (aunque individualmente decidamos usarlo).