
Me encanta que las instituciones impongan a las empresas el uso de unos estándares mínimos como el del USB-C en la carga de teléfonos móviles, pero el caos han conseguido salirse con la suya de nuevo gracias al tema de la carga rápida. Y, ahora, con el añadido de que algunos teléfonos no incluyen cargador, lo que nos obliga a tener en cuenta información extra sobre las compatibilidades de cada dispositivo.
La parte positiva es que equivocarnos de tecnología de carga rápida no va a dañar nuestro aparato. La negativa es que aunque compremos el mejor cargador del mercado, dependeremos en todo momento de que sea compatible con el teléfono para sacarle el máximo partido.
