Hoy se cumple una semana desde que Twitter decidió limitar el acceso a muchas de las más populares aplicaciones de terceros y su única explicación hasta el momento sigue siendo que “están haciendo cumplir sus antiguas reglas API. Eso puede resultar en que algunas aplicaciones no funcionen”.
Lo que han conseguido es que:
- Los desarrolladores que trabajan en torno a Twitter se sientan desamparados, ya que no reciben ningún tipo de comunicación y se les rompe su modelo de negocio de la noche a la mañana.
- Los usuarios más longevos y activos de la red social (que suelen ser el público principal de este tipo de aplicaciones) viven la incertidumbre de ir vagando de una app eliminada a otra similar que podría ser borrada en las siguientes semanas.
La intención, por supuesto, es que nos mudemos a la app oficial plagada de publicidad, algoritmos invasivos y malas decisiones a nivel de interfaz.
Twitter tiene un largo historial despreciando y reapreciando su API, pero lo de ahora es un nivel que va más allá. Es la red social que más se ha beneficiado del desarrollo externo que le ofreció toda clase de ideas innovadoras abrazadas luego oficialmente.
Su primera víctima ha sido Twitterrific, un clásico que inventó el concepto “tweet”, fue la primera en usar el pájaro en su iconografía y también la primera que puso un contador de caracteres a la hora de escribir, elemtnos todos que hoy se dan por oficiales.
Ante la incertidumbre, la mejor solución es migrar a una red más respetuosa como Mastodon.