Más bien nos recuerda el problema del software propiestario dependiente de países dirigidos por incendiarios.
Es un paso más en la ronda que está haciendo los Estados Unidos por crearse enemigos: donde tenían competidores completamente dependientes y leales (Huawei de Android, artistas venezolanos de Adobe), ahora tendrán uniones para hacer una competencia firme. Perdedora en los primeros compases, pero si las cosas siguen así no hay compañía que pueda fiarse.
Europa parecía un aliado firme y seguro, pero hasta aquí las cosas se pueden tambalear. Y quizás sea el momento de comenzar a potenciar seriamente las alternativas.