
El robo de cookies es una de esas técnicas relativamente sencillas que rompen con todos nuestros métodos de seguridad tradicional: da igual que uses contraseñas complejas, que no las guardes en el navegador o que las cambies cada cierto tiempo. Si tienes el malware instalado, nada servirá excepto, en cierto modo, cerrar sesión en todas tus cuentas de usuario cada vez que dejas de usar el navegador.
La solución propuesta en el artículo es un clásico: formatear e instalar solo lo justo y necesario, siempre con precaución. Y me sorprende mucho que no se hable del sistema experimental de Chrome que encripta las cookies y las vincula única y exclusivamente al dispositivo que las ha creado. Lo que más me duele es que Firefox todavía no tenga una alternativa similar, al menos que yo conozca.