
Hace ya 15 años que muchos tenemos claro que el mayor problema en la telefonía móvil (y los gadgets vestibles) es su escasa autonomía. En este tiempo la cosa ha evolucionado lo suficiente como para ofrecernos más capacidad en menos espacio y la posibilidad de realizar cargas muy rápidas.
La parte negativa es que estas baterías de silicio-carbono no parecen la revolución que uno esperaría: son más pequeñas y permiten mayor carga, son más seguras y duran más tiempo… pero nada que no suene a «es un poquito mejor a cambio de un precio mayor».
El tiempo dirá si este tipo de baterías evoluciona más para convertirse en el estándar.