Una de las cosas que más me sacan de quicio con Google es lo difícil que pone cosas que, posiblemente, no deberían serlo.
Me escama no poder instalar un emulador de Chromecast en Windows para enviar contenido rápidamente desde el ordenador. También duele entender que el asistente de Google podría haber triunfado allá donde Cortana fracasó.
Se cierran puertas porque cuando uno quiere usar software puntero como su Google TV hay que recurrir a instalar su entorno de programación para emularlo.