
Unos meses después de anunciar que dejan de fabricar los Chromecast tradicionales, los usuarios de todo el mundo se han encontrado durante este fin de semana con que no conseguían enviarle contenido a su televisión. ¿Obsolescencia programada o un nefasto control de calidad?
Todo parece indicar que lo segundo, pero yo ya me muevo a estas alturas en una hipótesis híbrida en la que, como Microsoft con sus actualizaciones defectuosas en Windows 10, lo que se pretende es desgastar al usuario hasta que ceda comprando un producto nuevo.
Siendo un producto tan popular y del que se depende tantísimo en nuestro tiempo de ocio era de esperar que se montase mucho revuelo. Y Google ha avisado en Twitter de que están trabajando en una solución (porque para qué lanzar un comunicado oficial si «todo el mundo usar Twitter», verdad?). Lo más importante es que se aconseja no hacer lo que todos los «expertos» te dicen a las primeras de cambio cuando algo falla: formatear (reinicio de fábrica en este caso). Tendrán que dar una solución a todos los usuarios, pero tiene pinta de que los que hayan reiniciado el dispositivo necesitarán esforzarse un poco más.
Ojalá de aquí salga una buena demanda colectiva que consiga que algunas grandes corporaciones se replanteen sus futuros movimientos.