Si uno hace caso de las promociones y artículos que se ven en medios tecnológicos, parece que tener contratada una VPN (red privada virtual) va a solucionar todos los males del mundo: adiós hambre, adiós guerra, adiós enfermedades…
Sin ir más lejos, en el artículo de arriba se compara una VPN con un antivirus. Y sí, la primera nos permite enmascarar nuestra localización y protegernos contra ataques dirigidos a nosotros, pero nadie debería pensar en ningún momento que sea un sustituto del antivirus clásico ni del firewall. En ese sentido, viene bien contar con las tres opciones.
Por otro lado, también hay quien compara una VPN con un DNS privado y aquí las semejanzas en cuanto a su uso son mayores… incluso entendería que mucha gente se liase y confundiese los conceptos.
Pero todavía podemos rizar más el rizo y comparar VPN contra un proxy donde va a costar todavía más diferenciar entre un sistema y otro.
Al final la conclusión es que el antivirus y el firewall están ahí para quedarse, pero una VPN puede ser un extra de seguridad y privacidad que en gran parte será mejor y más potente que alterntivas como un DNS privado o un proxy. Eso sí, nunca debemos conformarnos con opciones gratuitas que pongan en riesgo justo una de las cosas que estamos buscando: nuestra privacidad.